Este fin de semana tuve la oportunidad
de disfrutar en Jerez del V encuentro de capataces y cargadores “al
mismo son”, organizado por la asociación cuadrillas Martín Gómez
y cuyo principal impulsor es dicho capataz jerezano. Durante la
jornada del sábado tuvieron lugar tres charlas, la primera de ellas
moderada por mi amigo Mauricio Pacheco en donde se habló sobre la
relación entre los capataces y las priostías de las hermandades,
tema debatido muchas veces en Sevilla y que dio para un rato de
interesantes conclusiones y curiosas anécdotas. Luego el gran
Mariano López Montes dio toda una lección sobre la historia de los
costaleros en la Semana Santa de Sevilla, apoyado por material
gráfico de gran interés. La última corrió a cargo de Ismael
Vargas, poco se puede decir ya de este grandísimo capataz de
Sevilla, nos contó sus vivencias y sentimientos vividos a lo largo
de más de cuarenta años como capataz, dejando al descubierto en
varias ocasiones su lado más divertido, tras ello tuvo lugar un
almuerzo y una dilatada convivencia entre los asistentes que se
alargó hasta altas horas de la noche. Una buenísima experiencia que
espero repetir en próximos años. Hasta aquí la crónica del
encuentro, pero durante esa jornada estuve pensando en una cosa y
quería compartir aquí mi reflexión sobre este encuentro.
Me plantee el hecho de como era posible
que en Sevilla, que se supone que es la cuna de todo esto, nunca se
haya hecho un encuentro de este tipo que englobe a TODOS los
capataces y costaleros, más allá de las típicas conferencias
esporádicas que hermandades y tertulias acostumbran a hacer o más
allá de las comidas y convivencias que determinadas cuadrillas
organizan para ellos mismos. La conclusión que saque tras debatirlo
con varios asistentes fue en tono interrogativo ¿será tal vez que
en Sevilla exista una rivalidad y una competencia entre cuadrillas
que no existe en Jerez?, este es un tema que pocas veces se trata más
allá de las barras de los bares, pero que a mi juicio es una
realidad absoluta, en el mundo de los capataces y costaleros de
Sevilla no existe unidad ninguna, es más, no solo no existe unidad
sino que hay muchísima rivalidad. Solo habría que darse una vuelta
por cualquier reunión de costaleros de determinado capataz o
hermandad y en el 90% de ellas una gran parte de los temas debatidos
giran en torno a largar fiesta de tal cuadrilla, de tal capataz, de
tal chicotá, etc....en resumidas cuentas la idea que impera es “lo
mío es lo mejor y lo tuyo es una soberana m*****”, incluso cuando
alguien que suele ir con un determinado capataz va a pedir sitio en
la cofradía de otro hay miradas que no son de bienvenida
precisamente. De este modo hoy en día con este tipo de mentalidades
es muy difícil que se haga ningún tipo de encuentro, solo basta ver
la polémica que ha suscitado el monumento que se le pretende hacer
al costalero, que es una cosa que se supone buena para todo el
colectivo y que de momento no ha servido para nada más que para el
viejo arte del lanzamiento de cuchillo dialéctico (incluida su
reciente versión vía redes sociales). Es una verdadera pena que
siendo este mundo tan bonito nosotros mismos nos encarguemos de
estropearlo muchas veces, teniendo ya de por si bastantes detractores
y calumniadores, que en lugar de ser todos una piña como colectivo,
esto se parezca más a las familias de “el padrino”, con lo fácil
que es respetar a todos y a todas las opiniones y maneras de ver el
mundo de abajo, que es precisamente uno de los encantos que tiene. A
mi me gusta lo mío, pero que a uno le guste lo suyo no significa que
no le pueda gustar lo de otro o algunas cosas de otro y
principalmente que las respete aunque no las comparta, eso es lo
bonito y lo interesante de este tipo de eventos, compartir opiniones
y aprender de otros puntos de vista sobre esto. Se que es muy
complicado que todo esto que he dicho cambie, pero bueno, que sirva
esta reflexión a modo de protesta de lo que pienso que es una cosa
absurda, triste y real que se da en nuestro mundillo del costal
sevillano. Ojalá que algún día Sevilla le de a los costaleros y
capataces no un sitio de honor, pero al menos reconocimiento y
respeto, pero pienso que para que eso ocurra primero debemos
reconocernos y respetarnos nosotros mismos y saber ir todos a una en
determinados temas.
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