(A
mis amigos de la tertulia cofrade la Parihuela,
que este año han tenido a bien entregar su anual galardón a don
Manuel Villanueva Granados, hijo de Antonio Villanueva Pérez,
anónimo baluarte de la leyenda de la cuadrilla de la Puerta Osario).
“Tú
ahora te fijas, y ves que el palio de Las Cigarreras viene andando
como de la Puerta Osario. Así andaban los pasos de El Francés. Y
ahí delante viene su sucesor. Lo has visto muchas mañanas por la
Casa de la Moneda. Ahora trae el terno negro. Es un hombre alto,
garboso en el andar, con el pelo levantado que se resiste al
planchado de la brillantina. Tiene rojiza la tez y nerviosas las
manos. Jalea a sus hombres. Se acerca al costero y por el respiradero
va jaleando a sus hombres. Por eso el paso anda como anda, tan de la
Puerta Osario.
Te gusta ver esa forma
de mandar que tiene Vicente, que lo mismo se acerca allí, al costero
del palio, para jalear a sus hombres, que luego se va delante, muy
delante, casi junto a los ciriales, para que todos le veamos esa cara
de satisfacción que pone cuando ve andar el paso… “
(Antonio
Burgos Belinchón)
Para
llegar a la realidad de esta mítica cuadrilla de la Semana Santa de
Sevilla de la que tanto hemos oído hablar, se hace necesario
remontarnos varias generaciones de capataces en el tiempo hasta
llegar a la figura del célebre “Angelillo”. En torno a él
podemos afirmar sin temor a equivoco alguno, que comenzó la leyenda
costalera de la Puerta Osario. El fue la persona que dotó de feudo y
emplazamiento a la cuadrilla, otros, con el paso del tiempo fueron
aportaron otras cosas hasta conseguir labrar con letras de oro el
nombre de la cuadrilla en los anales de la Semana Santa de Sevilla.
Ángel González Delgado, popularmente conocido por “Angelillo”,
fue el capataz que allá por la década de los años veinte del
pasado siglo XX, popularizo el barrio de la Puerta Osario como
cantera de costaleros. De esta forma queda constancia del falso
mito de que todos los costaleros procedían del muelle y del barrio
de Triana, aunque realmente, la gente del muelle son los que
alcanzaron la inmortalidad. El Barrio de la Puerta Osario y otras
zonas limítrofes, como las rondas, San Julián, la Puerta Carmona y
las huertas cercanas constituyeron un importante vivero de costaleros
en su mayoría de oficios distintos a los clásicos del muelle y los
mercados, como eran; albañiles, trabajadores del metal, peones no
cualificados, hortelanos, etc.
Fue
“Angelillo” un capataz a la antigua usanza, incluso es
considerado por algunos como el heredero del mítico Miguel “tarila”.
Poseía un estilo tremendamente efectista, con grandes voces y
forzados gestos, lo que le llevó a tener un gran seguimiento
popular. Las hermandades habituales de “Angelillo” fueron; Dulce
Nombre, San Bernardo, Los Negritos o La Mortaja. Al comienzo de la
década de los años cuarenta, la cuadrilla será hereda en vida,
como consecuencia de la presión ejercida por sus propios costaleros,
por su hijo Manuel (“Angelillo II”), mientras que “Angelillo”
padre, apura sus últimos días de capataz como auxiliar de la
cuadrilla Rafael Ariza Aguirre, capataz independiente ya de Rafael
Franco Luque, en una especie de destierro forzado por las
circunstancias. Manuel mantiene la esencia de la cuadrilla, incluso
llegaría a ser capataz de la Macarena, pero los problemas de salud
hicieron que la carrera de este capataz se truncara de manera
prematura al comienzo de los años cincuenta. De esta forma la
cuadrilla será heredada por José Bastejón y Pape Cruz, que serán
los responsables de cara al futuro de la misma.
Rafael
Franco Luque, el capataz que revolucionó el mundo de capataces y
costaleros al comienzo de siglo XX, animó a su amigo y compadre
Agustín Miró, su primer capataz ayudante, a independizarse y a
formar cuadrilla propia pasada la Semana Santa del año 1914,
aprovechando para ello el vacío que en el mundo de las cuadrillas
había dejado el fallecimiento de Antonio Torres Macías “juanillo
fatiga”. La Hermandad de Montserrat fue su primer contrato en la
Semana Santa del año siguiente (1915). Para la formación de la
nueva cuadrilla, Rafael Franco le procuró personal de su confianza,
y además Agustín Miró se llevó a uno de las contraguías más
experimentado de la cuadrilla de Rafael Franco como era Antonio
Francés que ahora ascenderá a capataz ayudante, o lo que era igual
capataz de los pasos de Cristo. Con una buena cuadrilla, afición y
competencia Agustín Miró se consolida como capataz en pocos años,
reuniendo varias cofradías, pero la que pudo ser una larga y
fructífera trayectoria, se quiebra de repente al morir siendo
todavía muy joven (1918). Esta nefasta circunstancia permite a
Antonio Francés hacerse cargo de la cuadrilla, ascendiendo por lo
tanto a la categoría de capataz titular de cofradías.
Antonio
Francés, ya para entonces, la Sevilla de la época, tan dada a
motejar a los personajes populares, había convertido su apellido en
sobrenombre, por lo que será conocido como el “Francés”. En
estas circunstancias pasará a la primera línea de los capataces de
Sevilla, El “Francés” consolidó a la cuadrilla llegando a sacar
cofradías prácticamente todos los días: San Roque; El Museo; San
Benito, Buen Fin, Las Cigarreras; Los Gitanos, Gran Poder, etc.
Durante la segunda mitad de la década de los años treinta, el hijo
del “Francés” se hará con los mandos de la cuadrilla hasta que
tras la Semana Santa del año 1947 se retira, pasando la cuadrilla a
manos de Vicente Pérez Caro, que era su hombre de confianza en
aquellos momentos.
Tras
unos años de andadura en los que Vicente continua trabajando la
mayoría de las cofradías heredadas de su maestro llegamos a la
fecha clave, la Semana Santa del año 1952.
José
Bastejón y Pepe Cruz deciden unir su cuadrilla a la de Vicente Pérez
Caro. Vicente Pérez Caro y su hombre de confianza, Antonio
Villanueva Pérez se sitúan en un corto margen de tiempo a la cabeza
de la cuadrilla, desapareciendo del panorama, al poco tiempo, los dos
capataces referidos anteriormente. Desde este momento podemos
comenzar a hablar de un modo oficial, de la mítica cuadrilla de la
Puerta Osario. Protagonista de páginas de oro en el mundo de la
gente de abajo, cuando en Sevilla las cofradías la sacaban
cuadrillas asalariadas.
Se me antoja necesario referir en este momento que al final de
los años cincuenta Pepe Cruz y Antonio Villanueva emprendieron una
aventura en solitario llegando a sacar cofradías de forma
independiente como Santa Genoveva en su primera estación de
penitencia (1958) o las Cigarreras, pero al poco tiempo Antonio
regreso al lado de Vicente asumiendo nuevamente el mando en los pasos
de misterio.
Vicente
nació en el año 1912 en la collación de San Román. Durante toda
su vida Vicente trabajó en la fábrica de tabacos de Sevilla. Se
casó dos veces a lo largo de su vida, enviudando en ambas ocasiones.
Comenzó su andadura en las cofradías con la cuadrilla de Antonio
“el francés”, de la que fue listero, luego contraguía, hasta
que finalmente se hizo cargo de la cuadrilla como capataz en la
Semana Santa del año 1948, siendo la Hermandad de la Paz la primera
que sacó en Semana Santa como capataz titular de cofradías en la
Semana Santa de Sevilla. Tenía Vicente fama de ser un hombre muy
franco con su gente. Era habitual que llegado los días previos a la
Semana Santa, allá en el bar el “Colmo”, que estaba situado en
plena Puerta Osario, donde la cuadrilla tenía el cuartel general,
Vicente colocara una pizarra donde reseñaba lo que cada hombre iba a
ganar cada día sacando cofradías durante la Semana Santa.
Posteriormente cuando el “Colmo” cerró sus puertas, será el”
Punto” el lugar elegido para continuar la tradición. Vicente Pérez
Caro Falleció en la ciudad de Sevilla el día 22 de febrero del año
1989, como consecuencia de una neumonía.
Por
lo tanto la cuadrilla de la Puerta Osario como tal debemos de
entenderla a partir del “francés”. Vicente Pérez Caro junto con
Antonio Villanueva Pérez como auxiliar vivieron ambos la época
dorada del mundo de los capataces y costaleros de los años “50”
y “60”, siendo pilares básicos en el grupo de los 6 que mandaban
prácticamente toda la Semana Santa de Sevilla. Treinta años estuvo
Antonio Villanueva con Vicente prácticamente toda su vida
profesional delante de los pasos con la cuadrilla de la Puerta
Osario, donde se creó una gran cantera de costaleros que surgieron
para no solo su cuadrilla, sino que se extrapolaron a otras
cuadrillas profesionales de Sevilla, entre ellos podemos destacar
nombres propios como Rafael “el poeta”, “el lechuga”, Ochoa,
Gonzalo “el Pingüino”, y tantos otros más que sería imposible
exponer aquí sus nombres.
Anteriormente
hemos hecho referencia a la pizarra que sobre un velador del “Colmo”
colocaba llegada la Cuaresma Vicente, informando de la corría y del
precio que cada cofradía tenía por trabajarla. Vicente era un
hombre de un carácter complicado, como le ocurría a muchos de los
capataces de la época, pero tenía una gran y comentada virtud, era
muy claro con los costaleros, lo que ponía en la pizarra era lo que
cobraban, cosa que no ocurría siempre en las otras cuadrillas de la
ciudad. Una corría tipo de la cuadrilla podría ser: La Paz, Beso de
Judas, San Benito, Buen Fin, Cigarreras, Gitanos, Soledad de San
Buenaventura, por ejemplo. También saco la cuadrilla de la Puerta
Osario las hermandades de Jesús Despojado cuando salía el Sábado
Santo y la recién organizada entonces, Hermandad de la Resurrección,
además de otras muchas como San Esteban, Silencio, etc.
Mucho se ha hablado, y mucho se ha contado
de la manera que Vicente tenía de llevar los palios. Sobre todo del
regreso del palio del Rocío, con chicotas cortas, y cintura, mucha
cintura.
Al
comienzo de la década de los años setenta la cuadrilla entra en
depresión por varias circunstancias. Lo primero que la cuadrilla
necesitaba regenerarse en un momento en el que los costaleros
tradicionales comenzaban a escasear, circunstancia común para todas
las cuadrillas de la época. En segundo lugar, circunstancia que fue
determinante bajo mi punto de vista, la separación tras la Semana
Santa del año 1974 después de un incidente en la Hermandad del Buen
Fin, de Vicente y Antonio. Y finalmente hay que referir la irrupción
en el panorama de las cofradías sevillanas de la juventud,
personalizada en la cuadrillas de jóvenes aficionados.
Durante los años setenta la cuadrilla fue languideciendo
perdiendo paulatinamente cofradías, hasta que en el año 1977
trabajó u última Semana Santa, aunque para esa fecha los
principales responsables eran ya el hijo de Vicente y Carmelo
Serrano.
Gonzalo
Lozano Rosado
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