“Para
ser buen costalero lo que hay que tener es mucho amor”
Rafael
Antonio Díaz Juárez, para el mundo de la gente de abajo Rafael “El
poeta”. Nació Rafael en el castizo barrio de la Alameda de
Hércules en el año 1922. El apodo le viene de su época de
estudiante en el colegio de los Salesianos de la Trinidad, donde
incluso intentaron que se metiera a cura. También quiso Rafael ser
torero al igual que muchos niños de su época, llegando incluso a
coincidir en una novillada sin caballos en la localidad onubense de
Hinojos con el padre de “Espartaco”. La afición taurina le
jugará una mala pasada en el año 1942, ya que en compañía de unos
amigos desparramó nuestro protagonista un vagón de vacas en la
Barqueta, por lo que tuvo que alistarse voluntario en la Legión para
evadir las responsabilidades penales. Su destino fue el Campo de
Gibraltar sirviendo bajo la Primera Bandera legionaria.
A
los 26 años Rafael abandona la Legión regresando a su ciudad natal.
Ahora se coloca como oficial de tornero que era su profesión, y
prácticamente desde aquellos momentos inicia su vinculación con el
mundo de las cuadrillas de costaleros sevillanas.
Rafael ingresa en
la cuadrilla de Antonio “El francés II” el último año (1948)
que este capataz trabaja cofradías, sacando Rafael ese primer año
únicamente el paso de misterio de la Hermandad de Montserrat durante
el Santo Entierro Magno de aquel año. Siempre será recordada en los
anales de los buenos capataces la extraordinaria maniobra del
“francés” metiendo al impresionante misterio por la estrechez de
la calle de San Eloy para poder alcanzar la iglesia de San Gregorio
desde donde se iniciaba el cortejo del Santo Entierro Magno en el que
tenía que participar el referido paso de misterio.
Al
año siguiente el “francés” se retira y la cuadrilla y las
cofradías habituales quedarán en las manos de su hombre de
confianza, Vicente Pérez Caro. Junto a Vicente Rafael “El poeta”
alcanzará la categoría de mito con aroma de anisados del “Punto”
en el templo costaleril de la Puerta Osario. Además de con los
capataces referidos anteriormente, Rafael trabajó a partir de su
ruptura con Vicente en el año 1974 con Manuel Adame Torres, Manuel
López Díaz conocido por todos como “El Moreno” y Domingo Rojas
Puertas.
Era Rafael puro nervio debajo del paso, costalero de cintura flamenca
de los que moría con la boca animando a su cuadrilla. Pensaba Rafael
que un costalero debía de tener como principales cualidades para
sacar cofradías, en primer lugar mucho amor para llevar los pasos, y
después de eso fuerza y vitalidad, pero sobre todo mucho amor.
Como
consecuencia de los estragos que la industrialización provoca en los
años sesenta del pasado siglo XX en la anquilosada estructura
laboral de la ciudad, Rafael se queda sin trabajo y tiene que emigrar
hasta el minero valle del Rhur en Alemania. Como consecuencia de este
exilio necesario Rafael se verá obligado a pasar alguna Semana Santa
fuera de Sevilla, sufriendo en soledad la nostalgia de una Semana
Santa en la lejanía. Incluso durante la referida etapa llegó a
desplazarse desde tierras germanas para poder sacar las cofradías en
Semana Santa. Tras su regreso a Sevilla se reincorporó nuevamente a
su cuadrilla habitual junto a Vicente Pérez Caro, colocándose
además como peón en los camiones de la limpieza municipal.
Recuerda
este bravo costalero que un año la cuadrilla de la Puerta Osario
sacó el paso del Nazareno del Silencio con 18 hombres menos. Aunque
Rafael solía igualar en la primera de los palios era habitual que en
la referida hermandad ante las dificultades que el paso de palio
solía presentar los capataces permutaran las cuadrillas. En
resumidas cuentas, de los 42 hombres que el paso calzaba aquella
madrugada de viernes Santo del año 1962 solamente 24 hombres
ocuparon su lugar bajo las trabajaderas. Pero lo que pasó a la
historia de las grandes gestas del mundo de la costalería sevillana
de la época no terminó nada bien para Rafael. Fruto de la situación
vivida y de la facilidad que nuestro protagonista tenía desde
pequeño para juntar palabras de forma armónica, una vez recogida la
cofradía a nuestro hombre no se le ocurre otra cosa que dirigirse
hacia el altar de San Antonio Abad y pronunciar en voz alta “San
Antonio Abad bendito que has hecho con mi lomo, esto no es una
cofradía parece un barco de plomo”. Cuando los primitivos hermanos
escucharon aquello se formó el lio, teniendo Vicente Pérez Caro que
abonar la correspondiente multa en la cercana comisaria de Monsalves
hasta donde había sido conducido Rafael, detenido por la escolta
policial de los pasos de la Hermandad.
De
esta forma tan particular contaba “El poeta” lo sucedido aquella
mañana ya de viernes Santo en San Antonio Abab:
“Noche
de la plaza del Duque de 1962
Un capataz con solera entrega el corazón,
con dieciocho de menos en el paso del Señor
El Silencio tumba negra, tumba de cera y
fervor
Con dieciocho de
menos un capataz igualó.
Te llamaron a tu paso
Por los ayas del dolor,
de los
costaleros que te llevaron con fervor.
Ay cuadrilla de mi Silencio
y
Virgen de la Concepción
Con dieciocho de menos
Un capataz igualó.”
Rafael
Antonio Díaz Juárez para todos Rafael “El Poeta” falleció en
la ciudad de Sevilla durante la Cuaresma del año 2006. Rafael se
cortó la coleta después de la Semana Santa del año 1979 después
de más de treinta años debajo de los pasos, aunque pese a su
retirada nunca llegó a perder el contacto con el mundo de la
trabajadera ya que durante varios años estuvo a las órdenes del
capataz Pepe Andreu como aguador del paso de misterio de la Hermandad
de la Carretería.
Gonzalo Lozano Rosado
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