miércoles, 10 de febrero de 2016

LA CUADRILLA DE LA PUERTA OSARIO

   (A mis amigos de la tertulia cofrade la Parihuela, que este año han tenido a bien entregar su anual galardón a don Manuel Villanueva Granados, hijo de Antonio Villanueva Pérez, anónimo baluarte de la leyenda de la cuadrilla de la Puerta Osario).
   “Tú ahora te fijas, y ves que el palio de Las Cigarreras viene andando como de la Puerta Osario. Así andaban los pasos de El Francés. Y ahí delante viene su sucesor. Lo has visto muchas mañanas por la Casa de la Moneda. Ahora trae el terno negro. Es un hombre alto, garboso en el andar, con el pelo levantado que se resiste al planchado de la brillantina. Tiene rojiza la tez y nerviosas las manos. Jalea a sus hombres. Se acerca al costero y por el respiradero va jaleando a sus hombres. Por eso el paso anda como anda, tan de la Puerta Osario. Te gusta ver esa forma de mandar que tiene Vicente, que lo mismo se acerca allí, al costero del palio, para jalear a sus hombres, que luego se va delante, muy delante, casi junto a los ciriales, para que todos le veamos esa cara de satisfacción que pone cuando ve andar el paso… “ (Antonio Burgos Belinchón)
   Para llegar a la realidad de esta mítica cuadrilla de la Semana Santa de Sevilla de la que tanto hemos oído hablar, se hace necesario remontarnos varias generaciones de capataces en el tiempo hasta llegar a la figura del célebre “Angelillo”. En torno a él podemos afirmar sin temor a equivoco alguno, que comenzó la leyenda costalera de la Puerta Osario. El fue la persona que dotó de feudo y emplazamiento a la cuadrilla, otros, con el paso del tiempo fueron aportaron otras cosas hasta conseguir labrar con letras de oro el nombre de la cuadrilla en los anales de la Semana Santa de Sevilla. Ángel González Delgado, popularmente conocido por “Angelillo”, fue el capataz que allá por la década de los años veinte del pasado siglo XX, popularizo el barrio de la Puerta Osario como cantera de costaleros. De esta forma queda constancia del falso mito de que todos los costaleros procedían del muelle y del barrio de Triana, aunque realmente, la gente del muelle son los que alcanzaron la inmortalidad. El Barrio de la Puerta Osario y otras zonas limítrofes, como las rondas, San Julián, la Puerta Carmona y las huertas cercanas constituyeron un importante vivero de costaleros en su mayoría de oficios distintos a los clásicos del muelle y los mercados, como eran; albañiles, trabajadores del metal, peones no cualificados, hortelanos, etc.
   Fue “Angelillo” un capataz a la antigua usanza, incluso es considerado por algunos como el heredero del mítico Miguel “tarila”. Poseía un estilo tremendamente efectista, con grandes voces y forzados gestos, lo que le llevó a tener un gran seguimiento popular. Las hermandades habituales de “Angelillo” fueron; Dulce Nombre, San Bernardo, Los Negritos o La Mortaja. Al comienzo de la década de los años cuarenta, la cuadrilla será hereda en vida, como consecuencia de la presión ejercida por sus propios costaleros, por su hijo Manuel (“Angelillo II”), mientras que “Angelillo” padre, apura sus últimos días de capataz como auxiliar de la cuadrilla Rafael Ariza Aguirre, capataz independiente ya de Rafael Franco Luque, en una especie de destierro forzado por las circunstancias. Manuel mantiene la esencia de la cuadrilla, incluso llegaría a ser capataz de la Macarena, pero los problemas de salud hicieron que la carrera de este capataz se truncara de manera prematura al comienzo de los años cincuenta. De esta forma la cuadrilla será heredada por José Bastejón y Pape Cruz, que serán los responsables de cara al futuro de la misma.
   Rafael Franco Luque, el capataz que revolucionó el mundo de capataces y costaleros al comienzo de siglo XX, animó a su amigo y compadre Agustín Miró, su primer capataz ayudante, a independizarse y a formar cuadrilla propia pasada la Semana Santa del año 1914, aprovechando para ello el vacío que en el mundo de las cuadrillas había dejado el fallecimiento de Antonio Torres Macías “juanillo fatiga”. La Hermandad de Montserrat fue su primer contrato en la Semana Santa del año siguiente (1915). Para la formación de la nueva cuadrilla, Rafael Franco le procuró personal de su confianza, y además Agustín Miró se llevó a uno de las contraguías más experimentado de la cuadrilla de Rafael Franco como era Antonio Francés que ahora ascenderá a capataz ayudante, o lo que era igual capataz de los pasos de Cristo. Con una buena cuadrilla, afición y competencia Agustín Miró se consolida como capataz en pocos años, reuniendo varias cofradías, pero la que pudo ser una larga y fructífera trayectoria, se quiebra de repente al morir siendo todavía muy joven (1918). Esta nefasta circunstancia permite a Antonio Francés hacerse cargo de la cuadrilla, ascendiendo por lo tanto a la categoría de capataz titular de cofradías.
   Antonio Francés, ya para entonces, la Sevilla de la época, tan dada a motejar a los personajes populares, había convertido su apellido en sobrenombre, por lo que será conocido como el “Francés”. En estas circunstancias pasará a la primera línea de los capataces de Sevilla, El “Francés” consolidó a la cuadrilla llegando a sacar cofradías prácticamente todos los días: San Roque; El Museo; San Benito, Buen Fin, Las Cigarreras; Los Gitanos, Gran Poder, etc. Durante la segunda mitad de la década de los años treinta, el hijo del “Francés” se hará con los mandos de la cuadrilla hasta que tras la Semana Santa del año 1947 se retira, pasando la cuadrilla a manos de Vicente Pérez Caro, que era su hombre de confianza en aquellos momentos. Tras unos años de andadura en los que Vicente continua trabajando la mayoría de las cofradías heredadas de su maestro llegamos a la fecha clave, la Semana Santa del año 1952.
   José Bastejón y Pepe Cruz deciden unir su cuadrilla a la de Vicente Pérez Caro. Vicente Pérez Caro y su hombre de confianza, Antonio Villanueva Pérez se sitúan en un corto margen de tiempo a la cabeza de la cuadrilla, desapareciendo del panorama, al poco tiempo, los dos capataces referidos anteriormente. Desde este momento podemos comenzar a hablar de un modo oficial, de la mítica cuadrilla de la Puerta Osario. Protagonista de páginas de oro en el mundo de la gente de abajo, cuando en Sevilla las cofradías la sacaban cuadrillas asalariadas. Se me antoja necesario referir en este momento que al final de los años cincuenta Pepe Cruz y Antonio Villanueva emprendieron una aventura en solitario llegando a sacar cofradías de forma independiente como Santa Genoveva en su primera estación de penitencia (1958) o las Cigarreras, pero al poco tiempo Antonio regreso al lado de Vicente asumiendo nuevamente el mando en los pasos de misterio.
   Vicente nació en el año 1912 en la collación de San Román. Durante toda su vida Vicente trabajó en la fábrica de tabacos de Sevilla. Se casó dos veces a lo largo de su vida, enviudando en ambas ocasiones. Comenzó su andadura en las cofradías con la cuadrilla de Antonio “el francés”, de la que fue listero, luego contraguía, hasta que finalmente se hizo cargo de la cuadrilla como capataz en la Semana Santa del año 1948, siendo la Hermandad de la Paz la primera que sacó en Semana Santa como capataz titular de cofradías en la Semana Santa de Sevilla. Tenía Vicente fama de ser un hombre muy franco con su gente. Era habitual que llegado los días previos a la Semana Santa, allá en el bar el “Colmo”, que estaba situado en plena Puerta Osario, donde la cuadrilla tenía el cuartel general, Vicente colocara una pizarra donde reseñaba lo que cada hombre iba a ganar cada día sacando cofradías durante la Semana Santa. Posteriormente cuando el “Colmo” cerró sus puertas, será el” Punto” el lugar elegido para continuar la tradición. Vicente Pérez Caro Falleció en la ciudad de Sevilla el día 22 de febrero del año 1989, como consecuencia de una neumonía.
   Por lo tanto la cuadrilla de la Puerta Osario como tal debemos de entenderla a partir del “francés”. Vicente Pérez Caro junto con Antonio Villanueva Pérez como auxiliar vivieron ambos la época dorada del mundo de los capataces y costaleros de los años “50” y “60”, siendo pilares básicos en el grupo de los 6 que mandaban prácticamente toda la Semana Santa de Sevilla. Treinta años estuvo Antonio Villanueva con Vicente prácticamente toda su vida profesional delante de los pasos con la cuadrilla de la Puerta Osario, donde se creó una gran cantera de costaleros que surgieron para no solo su cuadrilla, sino que se extrapolaron a otras cuadrillas profesionales de Sevilla, entre ellos podemos destacar nombres propios como Rafael “el poeta”, “el lechuga”, Ochoa, Gonzalo “el Pingüino”, y tantos otros más que sería imposible exponer aquí sus nombres.
   Anteriormente hemos hecho referencia a la pizarra que sobre un velador del “Colmo” colocaba llegada la Cuaresma Vicente, informando de la corría y del precio que cada cofradía tenía por trabajarla. Vicente era un hombre de un carácter complicado, como le ocurría a muchos de los capataces de la época, pero tenía una gran y comentada virtud, era muy claro con los costaleros, lo que ponía en la pizarra era lo que cobraban, cosa que no ocurría siempre en las otras cuadrillas de la ciudad. Una corría tipo de la cuadrilla podría ser: La Paz, Beso de Judas, San Benito, Buen Fin, Cigarreras, Gitanos, Soledad de San Buenaventura, por ejemplo. También saco la cuadrilla de la Puerta Osario las hermandades de Jesús Despojado cuando salía el Sábado Santo y la recién organizada entonces, Hermandad de la Resurrección, además de otras muchas como San Esteban, Silencio, etc. Mucho se ha hablado, y mucho se ha contado de la manera que Vicente tenía de llevar los palios. Sobre todo del regreso del palio del Rocío, con chicotas cortas, y cintura, mucha cintura.
   Al comienzo de la década de los años setenta la cuadrilla entra en depresión por varias circunstancias. Lo primero que la cuadrilla necesitaba regenerarse en un momento en el que los costaleros tradicionales comenzaban a escasear, circunstancia común para todas las cuadrillas de la época. En segundo lugar, circunstancia que fue determinante bajo mi punto de vista, la separación tras la Semana Santa del año 1974 después de un incidente en la Hermandad del Buen Fin, de Vicente y Antonio. Y finalmente hay que referir la irrupción en el panorama de las cofradías sevillanas de la juventud, personalizada en la cuadrillas de jóvenes aficionados. Durante los años setenta la cuadrilla fue languideciendo perdiendo paulatinamente cofradías, hasta que en el año 1977 trabajó u última Semana Santa, aunque para esa fecha los principales responsables eran ya el hijo de Vicente y Carmelo Serrano.
                                                                                                                        Gonzalo Lozano Rosado

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